Manolo
Una «persona» entró en una clínica veterinaria en Jerez de la Frontera y dijo: «a mi perro le ha atropellado un coche». El veterinario lo exploró y vio que la cadera estaba rota. Le explicó que había que operar y esa «persona» dijo: «pues yo no voy a pagar la operación. Mejor le eutanasia». Sin embargo, el destino quiso que allí mismo hubiera un ángel para que se encargara de todo —los gastos de la operación, los de la rehabilitación, etc.— y, por nuestra parte, nosotras le encontramos un maravilloso hogar. ¡Hoy ya está en su hogar definitivo!